Un día.
Me dijiste que olía a tierra mojada,
y mañana llovió.
Me habló de
la herida y quiso mostrar su cicatriz
pero no pude verla, no existía;
siempre supura.
Hoy el mar fue gris
(espejo turbio plata arrugada)
y por la noche, mientras dormíais,
negro,
fluído denso sonoro hacia la orilla.
Quise escucharlo con una foto,
y me acordé del amigo, de su montaña y de la línea blanca.